lunes, 17 de mayo de 2010

Ni del Barça ni del Madrid


Tristes, pero tremendamente orgullosos de ser xerecistas. Así han regresado a lo largo del día de hoy los cientos de seguidores jerezanos que no dudaron en plantarle cara a la crisis y a la incierta situación económica y se metieron entre pecho y espalda más de 2.000 kilómetros para ser partícipes de un nuevo "milagro" azulino.
Esta vez no pudo ser. La clasificación final ha dictado sentencia, y el Xerez volverá la próxima temporada a ver a las grandes estrellas de nuestro fútbol en la tele.
Sin embargo, el "milagro" se ha consumado. No, ni me he vuelto loco ni la falta de sueño de los últimos días me está haciendo delirar. El efímero paso por la Primera división no ha caído en saco roto. El club, después de una pretemporada y una primera mitad de campeonato para olvidar que nos han acabado pasando factura, se ha ganado el respeto, la admiración y el cariño de todo el fútbol español.
Sí señor, ya somos un histórico de nuestro fútbol, ya somos grandes por méritos propios, y no por casualidad.
Y somos grandes porque la leyenda del Xerez se agiganta en lo deportivo, y porque la masa de aficionados también va a más numérica y cualitativamente. Por fin hemos visto este año a familias enteras yendo a ver al Xerez. Al fin nuestros pequeños y jóvenes visten mayoritariamente los colores azulinos de nuestro club.
Trabajito ha costado, pero ya gritan a los cuatro vientos, sin miedo y con orgullo: "Soy del Xerez". Ni del Barça ni del Madrid.
Por eso, el amargo sabor de la derrota, el regusto agrio que nos queda tras habernos ahogado en la orilla, se confundirá en cuanto empiece a cicatrizar la herida en un presente esparanzador. Ya nada será igual. Hemos estado en Primera, pero también hemos sufrido, hemos disfrutado, nos hemos emocionado, hemos vibrado y llorado entre los grandes. Después de casi 63 años, el xerecismo llega a su mayoría de edad. A partir de ahora, el futuro será lo que todos queramos, con permiso de Gorosito y Monterrubio.

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