sábado, 29 de mayo de 2010

Habla Don Sixto


Tendríamos que llevar a cabo una ardua labor de rastreo por las hemerotecas para encontrar unas declaraciones de algún dirigente del Xerez tan razonables y sensatas como las de Jesús Rodríguez, uno de los administradores concursales, el pasado jueves en rueda de prensa.
La serenidad y el aplomo del yerno de Sixto de la Calle, el primer presidente en la historia del Xerez y uno de sus fundadores, han contribuido a calmar los ánimos y a orientar una afición cada vez más crispada y ávida de noticias esperanzadoras ante tan reiterado maltrato, expolio y sinrazón.
Para mí que Jesús hablaba por boca de Sixto. Y no porque sea un mandado sin personalidad ni criterio, a la vista está. Lo hacía como depostiario de una herencia impagable de xerecismo auténtico y comprometido.
Para Jesús Rodríguez, su suegro es un referente personal y profesional. El "amigo de Monterrubio", como algunos necios desde sus atalayas anónimas y cobardes le han bautizado estos días porque no ha querido mirar para otro lado y ha reconocido el trabajo del todavía director general, sabe bien lo que le duele al padre de su mujer, a su amigo y maestro, todo lo que tenga que ver con el Xerez. No voy a repetir sus hermosas palabras llenas de coherencia, pero, salvo que se sea enfermizamente retorcido, es imposible dudar de su franqueza.
Por mucho que a los partidarios de Souza, Monterrubio, Rondán o Gorosito les duela, el futuro del club no depende ni de la continuidad de ninguno de ellos. Ni siquiera de los propios aficionados. Pasa únicamente por mantener la confianza de los acreedores. Sin ella, los muchos debates abiertos desde tiempo inmemorial serán estériles. Simplemente porque todo habrá terminado y ya no habrá que hablar más que de los restos del naufragio.
A partir de aquí, el que quiera entender, que lo haga. El que no, seguirá siendo su problema, y de paso le seguirá haciendo un flaco favor al club que supuestamente tanto le importa.

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