Por muchas dudas que provoque el juego del equipo, por mucho que Esteban Vigo parezca empeñado en complicarse la vida no queriéndose dejar guiar por el sentido común, no me encaja un tercer tropiezo consecutivo del líder en su campo ante un rival directo. Recurriendo al refrán, a la tercera va la vencida. Por eso le he dicho a Jordi Fabregat (ex jugador del Xerez y del Hércules) que esté tranquilo. Compartimos pupitre desde hace dos partidos, coincidiendo con las derrotas ante la Real y el Zaragoza. Me ha dicho que si hoy se repite la historia no habrá cuarta vez, por lo que personalmente también me juego bastante en el partido de esta tarde.Me asaltan también en este duelo de titanes unas ganas de venganza inusitadas. Dicen que la venganza es un plato que se sirve frío. Será por eso por lo que no olvido que el verano pasado el Hércules, por aquello de la mar revuelta y la ganancia de pescadores, urgó en la herida azulina para desmantelar el bloque que semanas antes había hecho posible la gesta de la permanencia. Bien asesorados por un ex azulino, Antonio Puche, los alicantinos hicieron leña del árbol caído y, a golpe de talonario, consiguieron llevarse a una pieza clave del engranaje del Xerez de Esteban. El colombiano Abel Aguilar, como en Jerez, ha logrado hacerse en el Rico Pérez con un pueso fijo y es una de las claves del equipo de Juan Carlos Mandía.Nada mejor que un terreno de juego y un encuentro de esta trascendencia para devolver a los herculanos el flaco favor -lícito por otra parte- que nos hicieron en pretemporada. A buen seguro, no esperaban un desenlace de campeonato como éste, en el que sus opciones de retornar a Primera -un objetivo inexcusable a juzgar por su presupuesto y sus altas fichas- pasan por no salir derrotados de Chapín. Pero de nada estaríamos hablando si la afición xerecista no deja atrás definitivamente sus complejos y acude en masa a su estadio de una puñetera vez. La ridícula cifra de los diez u once mil aficionados -muy buenos, eso sí- de media no tiene pase para un aspirante a jugar en Primera división.Para una vez que no nos vamos a desinflar en el tramo decisivo, sería muy penoso tropezar en lo más llano y que lo que fallasen fueran los aficionados.
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