Que la imagen del Xerez hace una semana ante el Betis había sido totalmente diferente a la que dictaba el injusto resultado final no escapaba más que al que no quería verlo. Sin embargo, uno mismo tenía sus dudas acerca de que el equipo de Javi López pudiera haber salido reforzado de Heliópolis.
Ayer ante el Valladolid esas misma dudas quedaron disipadas por un equipo que volvió a dar la de cal para satisfacción de sus seguidores. El Xerez (toquemos madera) parece haberse enchufado definitivamente a la nueva categoría y la goleada final ante otro descendido de la Primera división no ofrece la más mínima duda.
Después de tres meses duros y difíciles en los que no ha habido margen de error para el técnico barcelonés del Xerez, éste está sacando en las últimas semanas lo mejor de sí de un plantel que va a más.
Tras la buena impresión causada en el Villamarín, ayer tocaba reválida para un once que volvió a ser el mismo, a excepción de la entrada de Capi en detrimento de Mendoza. El ex bético dejó claro que aún está lejos de su mejor forma tras la lesión, pero como todo el equipo se dejó la piel.
Eso es al fin y al cabo lo pide la afición, implicación ante todo, sea cual sea después el resultado. Pero este además sonrió a los azulinos. Después de una primera mitad en la que mereció mucho más que irse al descanso con empate a cero, el Xerez se desmelenó en la segunda. Bien es cierto que para ello el Valladolid tuvo que poner de su parte, con dos pérdidas de balón en la zona ancha que provocaron sendas contras azulinas que José Mari primero y Pablo Redondo después, a pase del sevillano, no desaprovecharon.
En el tramo final, dos tantos más del delantero hispalense redondearon un resultado que deba dar moral al plantel y un poco más de crédito al trabajo de un Javi López que, aunque ya puede, no saca pecho.
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