lunes, 1 de noviembre de 2010

FERNANDO ANSORENA Y EL CROQUET


El croquet ya no suena a chino en Jerez. Hace unos años, al escuchar el nombre de este deporte, nacido como otros muchos en Gran Bretaña, hubiéramos cambiado el gesto o le habriámos añadido una "a" al final pensando que nos estaríamos refiriendo a esa "porción de masa hecha con un picadillo de jamón, carne, pescado o huevo que, ligado con besamel, se reboza en huevo y pan rallado y se fríe en aceite abundante, y suele tener forma redonda u ovalada", que es como define el diccionario de la Real Academia Española a nuestra admirada y deseada croqueta.
Eso podía ocurrir antes, pero ya cada vez menos. Y todo gracias a un cordobés afincado desde hace muchos años en Jerez, marido, padre y abuelo de jerezanos. Me refiero a Fernando Ansorena, ingeniero agrónomo ejemplar, extraordinario cazador de corzos y gran aficionado al fútbol. Lejos de compartir con él vivencias campestres, que uno presume de ser menos de campo que un semáforo, hemos vivido juntos importantes acontecimientos relacionados con el balompié, como aquél histórico "atraco" de Lamo Castillo a los soviéticos en el Brasil-URSS del Mundial 82.
Por aquél entonces ya se había empeñado en abrirle camino a la práctica del croquet, gracias a la iniciativa y vitalidad que todavía hoy mantiene intactas a sus setenta y tantos. Aunque el primer gran valedor de este deporte en la ciudad había sido Henry Fernández de Bobadilla, fundador del Santa Clara Croquet Club de Jerez, le corresponde a él el mérito de haber contribuido a difundirlo.
Lejos de sus complejas reglas, lo que más me ha llamado la atención del croquet en estas tres décadas ha sido la constancia y la atención de Fernando Ansorena a su creciente afición, que le ha llevado incluso a representar a nuestro país en torneos internacionales en los que ha dejado el pabellón bien alto.
Por eso, el homenaje que le brindaron semanas atrás con motivo de la celebración del I Torneo Fernando Ansorena de croquet en el Club de la Fuensanta de Costa Ballena y en el de Santa Clara me parece un gesto de agradecimiento y de justicia que dice mucho de quienes tienen la obligación de recoger la siembra, y nunca mejor dicho, de este gran croquetista. Mis felicitaciones, don Fernando.

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