domingo, 12 de septiembre de 2010

El consuelo de la Copa


Hace siete años, el Recreativo de Huelva llegó a una final de la Copa del Rey poco antes de acabar bajando a Segunda división. El decano, en una final inédita, se midió al Mallorca, que le goleó por 3 a 0. Viene esto a confirmar que, normalmente, el que un equipo llegue lejos en este torneo no significa que su temporada haya sido un ejemplo de regularidad.
Definitivamente no me interesa la Copa del Rey, al menos tal y como está planteada en España. No viene mal para el rodaje de los equipos y para dar minutos a los suplentes, pero sirve para poco más.
Encontrar en esta devaluada competición el consuelo para mitigar los males ligueros no es bueno. Tal y como está planificado, este torneo persigue que sólo los grandes lleguen hasta las últimas rondas, por aquello del interés de las televisiones y del pellizco económico que se pueda sacar.
En el fútbol británico, del que tanto tenemos que aprender por muy campeones del mundo que seamos, los equipos más modestos han alcanzado el sueño de disputar una final en Wembley contra un grande, lo que dota al torneo de un aliciente que se ve reflejado en la asistencia a los estadios.
La Copa de España, por lo general, es deficitaria para todos. Ni siquiera a los más modestos celebran tanto como antaño que el bombo les depare un emparejamiento contra algún grande, ya que éstos, mucho más preocupados por torneos de mayor prestigio, reservan a sus figuras para mejor ocasión.
Creo que no me equivoco si apuesto a que cualquier aficionado xerecista cambiaría estar en la cuarta ronda copera por haber sumado siquiera un punto en el campeonato regular. La credibilidad del proyecto está en entredicho, y sólo podrá salvarle una mejoría y un buen resultado mañana ante un Numancia tanto o más necesitado.

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