sábado, 7 de agosto de 2010

La flor en el trasero


Pese al recelo que suscitó su fichaje en el seno del xerecismo, la llegada al banquillo de Javi López es un acierto. Su filosofía de juego le va como anillo al dedo al concepto del fútbol de Emilio Viqueira. Ambos hablan el mismo idioma y eso siempre es un buen punto de partida. El ex del Nástic y del Recre le puede dar una buena dosis de descaro ofensivo al equipo que por aquí siempre es bien recibida.
El barcelonés es un hombre metódico y muy trabajador, que difícilmente deja nada a la improvisación. Sin embargo, hay algo que se le escapa incluso al mejor de los profesionales: la suerte.
Tanto en Tarragona como en Huelva le fue esquiva, de forma que su periplo por el Nástic y el Recre concluyó antes de lo esperado. Si bien las prisas pudieron influir tanto o más que la falta de fortuna.
Dicen que la suerte es algo que ni se compra ni se entrena. Simplemente, se tiene o no se tiene. Esteban Vigo, "caso Brugal" aparte, es un tipo afortunado. La flor del malagueño, unida a su experiencia y a su capacidad de ganarse al vestuario, hizo mucho bien al xerecismo hasta alcanzar cotas inpensables. Lo mismo ocurría con Gorosito, que devolvió al equipo y a la afición la alegría y la esperanza que habían perdido con Ziganda, no sin grandes dosis de suerte, que por otra parte también hay que buscarla.
En el fútbol, como en la vida, los "gafes" existen. Las lesiones de José Vega y, sobre todo, José Mari no me gustan. Y no porque en ambos casos se dudase de su aportación al equipo y en apenas dos semanas hayan disipado cualquier duda con una implicación ejemplar. Me preocupa que empecemos lamentándonos de la mala suerte con las lesiones, sigamos con el infortunio con los palos y acabemos viendo fantasmas debido a las malas actuaciones de los árbitros de turno.
Ya lo dice el refranero español: "Más vale una cuchara de suerte que una olla de sabiduría".

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