Si el Barcelona se hubiera quedado fuera de la final de Roma, no hubiese sido una injusticia del fútbol, en todo caso un flaco favor para el espectador. No creo que en este mundillo, en el que hay de todo como en botica, haya muchos a los que no les guste el espectáculo y los goles. Pero no se trata de "tiki taka" o nada. El Chelsea, como todos los equipos con algo de sentido común que se enfrentan a la máquina descomunal que dirige Guardiola, optó en el conjunto de la eliminatoria por contrarrestar las múltiples armas de los azulgrana, consciente de que en un intercambio de golpes tenía todas la de perder, y si no que le pregunten a Juande Ramos.Si los de Stamford Bridge se hubieran vuelto a plantar en la final de la Liga de Campeones conta el Manchester, serían unos finalistas tan legítimos como los españoles, aunque posiblemente no era lo que preferían los amantes del fútbol. Y digo esto porque mucho se ha hablado de que el nivel de juego desplegado por el Xerez en la primera vuelta, ante el Murcia, el Alavés o el Elche, no ha vuelto a ser exhibido -salvo el 3 a 0 ante el Hércules- por el equipo de Esteban Vigo, al que por otro lado poco más se le puede pedir por su espectacular trayectoria de resultados. El propio técnico malagueño advertía en su día que el "jogo bonito" era ya secundario y que lo prioritario era sumar los puntos, por lo civil o por lo criminal. Resultado: acabamos de cerrar la tercera serie de cinco victorias consecutivas esta temporada.En un deporte con tan poca memoria y con tantas prisas como el fútbol, apostar siempre por el espectáculo está sólo al alcance de los elegidos, y el equipo de Guardiola lo es. Ni siquiera el todopoderoso equipo inglés del magnate Abramovich lo puede garantizar. ¿A cuento de qué entonces esos lamentos para un Xerez que está a punto de sobrepasar el techo de su historia?
(Fotos: diariodejerez.es)
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