viernes, 28 de noviembre de 2008

Rafa Verdú o el buen samaritano


Ahora que comienzan a hacerse públicos los nombres de algunos de los componentes del nuevo consejo de administración del Xerez suele ocurrir lo de siempre. Que unos gustan más que otros, que algunos sólo buscan salir en la foto, que si el de más allá es xerecista desde anteayer... Lo normal.A mí lo que me tranquiliza es que en la nueva cúpula repetirá una persona cuya fidelidad y xerecismo están fuera de toda duda. En tiempos en los que la nave azulina estuvo a punto de zozobrar al timón de algunos de los últimos mandatarios indignos y bellacos, Rafael Verdú, nuestro Rafa de toda la vida, fue el último en abandonar el barco.Su papel ha sido el del buen samaritano que no se alejaba del enfermo ni de día ni de noche. Me conmovieron sus palabras cuando el desembarco de Nuchera parecía inminente y se cuestionó incluso si mantendría a Rafa Verdú en la presidencia de honor. "Desde luego mi xerecismo no me lo podrán quitar", aseguró.Hace unas semanas tuve la oportunidad de hablar con él. Lo hiciemos durante largo roto. Entre otras muchas cosas, me confesó algunas que ha callado durante años y que, en contra de su voluntad, me decido a hacer públicas hoy. Es de justicia.Los aficionados más veteranos recordarán aquella gravísima lesión que Rafa sufrió ante el Ayamonte y que le obligó a dejar el fútbol. Pues bien, durante la operación y posterior recuperación, estuvo acompañado en el hospital por su esposa, un gasto "extra" que el club se atrevió a exigir a Rafa. El mismo que tres años antes rechazó una suculenta oferta de una compañía de seguros para atender la petición del Xerez, que le pidió que no se retirara y regresara. Así lo hizo, y durante tres campañas volvió a darlo todo, hasta la tibia y el peroné.No contentos, los dirigentes de entonces se atrevieron a pedirle que fuera entrenador la temporada siguiente, y aceptó. Después, el olvido. Su xerecismo, inquebrantable.

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