
Esto ya me lo veía venir yo. Tanto "croqueteo" anual en Fitur con todos los gastos pagados, tanto presumir de Excelencia turística, tanto viaje a las antípodas en busca de potenciales turistas en un mercado saturado, y al final tropezamos en lo más llano.
¿No queríamos imagen?, pues toma doble ración. Sólo hacía falta abandonar el cuidado del césped de Chapín y no invertir ni un solo euro en él en la temporada de nuestro estreno en la mejor Liga del mundo, la que más repercusión mediática tiene en el universo futbolístico.
¡Lo conseguimos! Jerez ha sido portada de los más influyentes diarios nacionales, como pueden comprobar en la reproducción de arriba. Aunque para eso nos lo podíamos haber ahorrado.
Todavía había ayer quien mostraba su enfado con la portada de "MARCA", aunque realmente contra quién nos deberíamos revolver no es contra el fotógrafo ni contra el medio, sino contra quien ha permitido que llegamos a esta situación. El estadio Chapín es Municipal, y hasta donde sé es el Ayuntamiento quien corre con los gastos de jardinería y del personal de mantenimiento.
La excusa de que este año ha llovido mucho no exhime de culpa a nadie, porque por esa regla de tres, no habría quien jugase al fútbol en Santander o La Coruña.
Echando un vistazo a la prensa nacional de hoy me encuentro con estos estractos que no tienen desperdicio y que invitan a la reflexión o a la dimisión a más de uno.
Dejemos a un lado la portada de MARCA, con casi tres millones de lectores diarios, sin contar con los de Internet.
En ABC, Ignacio Torrijos habla así de Chapín en su crónica "Bailando en el potrero":
"A la vista de su campo de fútbol, puede decirse que Jerez ha respondido de manera dispar al elogio que de sus diversas maravillas hicieron los más eximios literatos. Shakespeare, por boca de Falstaff en «Enrique IV», invitó a paladear el jerez, y felizmente en eso estamos. Cervantes, más sobrio, en «El Quijote» encomió «los elíseos jerezanos prados», y ahí, sin embargo, lo mítico le falla a Jerez, al menos en Chapín. Miren ese campo: es más bien un potrero, una majada; no le alcanza para ser elíseo que retocen en él los dioses del fútbol.
No todos eran dioses en Chapín, pero por los trabajos que exigía el control del balón cualquiera podía reclamar como mínimo el título de héroe. El desafío de la noche era domar la pelota, no jugarla. La fiera botaba, brincaba, y dirigirla a la portería era una hazaña. Lo supo pronto Cristiano, que en el minuto 20, con todo a favor, remató demasiado alto por culpa de un terrón cruzado en su camino. Cristiano, que volvía tras su sanción, dejó además en la primera parte dos remates de cabeza, uno de los cuales tocó por arriba el larguero. Para justificar ayer su falta de regate tuvo la excusa del campo, pero es una carencia que le aqueja últimamente. No se va del defensa. Zapatea, remata, incluso marca, percute y se asocia bien en el juego, pero no se escapa de nadie.
Las ocasiones de CR fueron precedidas o replicadas por dos de Momo. Ambas veces chutó mal, alto, desde el mismo sitio, la parte izquierda del área, y no había razones para que mirara enfadado al maldito piso, como lo hizo Cristiano. Fueron malos tiros, simplemente. Es lo único a lo que pudo aspirar el Xerez en el primer tiempo, después de haber entregado el medio campo a Lass, Alonso y Granero. Los tres contaron con Kaká para encauzar hacia Renan el juego paciente, concienzudo, la trenza sobre el suelo encabritado. Llegaban, pero sin poder precisar, y de momento no olía a gol por ningún lado.
Ya que no en el prado, el Xerez fue fiel al resto de la visión de Cervantes, que en el episodio «elíseo» cuenta que unos rebaños de ovejas «a Don Quijote se le hicieron ejércitos». No estuvieron ovinos sino belicosos el Xerez y el Madrid, que acabó explotando el arma de Arbeloa. El lateral firmó con un elegante gol su enésima incorporación en ataque, y el 0-1 desencadenó toda la tralla del Madrid. Abatido el Xerez, se abrieron las brechas y las explotó Kaká, con dinamismo, profundidad y eficacia para la carga de Cristiano. Fueron los tiros de gracia. A veces sí hay enemigo pequeño. El Madrid acabaó bailando en el potrero.
También Antonio Machado (Juan de Mairena) escribió lo suyo: «En Jerez de la Frontera / tormentas de vino blanco» (aunque ayer la botella vistiera de oscuro)".
Por su parte, en EL PAÍS, Diego Torres titula: "Arbeloa saca al Madrid del barro":
"El Madrid asomó su cara más vulgar, menos imaginativa, más desordenada en el barrizal de Chapín".
"El Madrid volvió a resolver con remate su falta de juego en un escenario poco propicio para otra cosa que no sea la guerra brava. Así es Chapín. Hay campos que definen temporadas. Harían falta un meteorólogo y un ingeniero agrónomo para analizar por completo la temporada del Xerez en su cancha. Hasta las alteraciones climáticas han conspirado contra el equipo en su primera temporada en la máxima categoría. El invierno en la provincia de Cádiz ha sido duro y anormalmente húmedo. El campo está pastoso. Los tacos de las botas no se afirman en la tierra blanda. Los equipos patinan. Los partidos derivan hacia las imprecisiones y los choques. Ayer, la visita del Madrid no fue una excepción. El barrizal embadurnó a los dos equipos y ninguno fue capaz de ajustarse a las circunstancias. Tal vez el público, excesivamente silencioso, marcadamente madridista, se decepcionó por partida doble. Mucha gente acudió al estadio para ver al Madrid sobreponerse con destreza a las dificultades topográficas".
O la crónica de Orfeo Suárez, en EL MUNDO:
"La contundencia del resultado no responde a las dificultades que el Madrid tuvo durante una hora, espeso y sin continuidad sobre un campo que no ayudaba, un paisaje lunar.
Cristiano Ronaldo, un portento en el salto, envió lo más peligroso al larguero, después de enfadarse con el césped, y antes de sus goles. Estaba tan mal el piso que provocó imprecisiones y dudas en los apoyos a los rematadores. Se resbaló el portugués".
Esto, sin contar con los comentarios de televisión o en prensa de los países que siguen cada partido del Madrid como si fuera el de su selección: China, Japón, Australia, Inglaterra.
Enhorabuena a quien corresponda. Esto sí que es promoción de la ciudad.