lunes, 4 de mayo de 2009

Carta de Miguel Doña Jr.

Hola Eugenio: Soy Miguel Doña Ramírez. He leído; toda mi familia ha leído, todo Jerez ha leído el artículo que has dedicado a mi padre Miguel Doña López-Cepero en “La Voz”. Él también lo ha leído… Sentado en el sillón de esa maldita habitación 319 de cardiología, con la mirada perdida, rebosando de calmantes y tratamientos para el corazón, ha dejado caer una furtiva lagrima que presuroso ha intentado disimular. Pero no; le ha faltado tiempo y entereza para ocultarnos que le has emocionado, que nos has emocionado a todos. Miguel Doña estuvo desde que tuvo uso de razón, con su padre (mi abuelo) detrás de las taquillas del Xerez C.D. Combatió embargos, directivas de turno, el cambio al euro, la incorporación a las nuevas tecnologías. Y con el aprendimos a cuidar honradamente los dineros del equipo, mimando a los aficionados que cada fin de semana asomaban por la Taquilla, con impoluta reputación. ¡Que no faltara una peseta! Nos hicimos amigos de los xerecistas que penábamos por divisiones remotas, viendo holgados en la tribuna solitaria del Domecq, del campo de la Juventud, de El Palmar o del Chapín, con todos mis respetos, al Onteniente o el Vinaroz. Adivinábamos la marcha del partido por los gritos de la afición, cuando aun no habíamos cuadrado la caja y no podíamos ver el partido. Abrimos los paraguas en tardes frías de derrotas y desilusiones. E hicimos tantos kilómetros juntos, después de ver un partido fuera... A veces en campos de tierra, pasando desapercibidos entre los aficionados exaltados del equipo local. Luego, en el coche, oíamos en Carrusel que el “Lalín” había ganado su partido. (Un Lalín que siempre ganaba pero nunca ascendía, no se por qué…). Sin embargo, un día entresemana a mediados de una liga, recibió una llamada desalmada del club, en la que le dijeron que no fuera nunca más a su labor de los domingos. Pero si él no ha querido hablar de eso, yo tampoco…Lo que sí quería era agradecerte que te hayas filtrado en la microhistoria del Club y te acuerdes de mi padre. Ayer le ganamos al Elche, y el sonrió. ¡Qué equipo tenemos! dijo, aunque minutos mas tarde el deterioro cognitivo le hizo volver a su obsesión constante: salir de la Residencia para tomarse media botella de La Ina, o mejor un “bocoy” de 500 litros. Y nosotros nos reímos delante el. Después, salimos de la habitación y suspiramos en el pasillo para que su Virgen de la Piedad le conceda una prórroga en este crucial partido de la vida. Y que pueda, como dices, beber dulcemente el maná del Xerez en Primera División, que ya bastante hemos sufrido. Pero para eso tiene que ganar este partido contra el mal de su corazón. Un corazón que los médicos estudian con atención, porque no se explican como ha podido surgir el milagro: cuando vieron las pruebas, descubrieron que no era rojo, como el de todos los mortales, sino Azul y Blanco. Los colores de su equipo, los colores del Xerez C.D... Gracias Eugenio. Gracias, Jerez…
4 de mayo de 2009 11:49

1 comentario:

Anónimo dijo...

se fuerte miguelito tenemos la sensibilidad que nuestros padres no saben demostrar dentro de su envoltura de hombres duros y luchadores siempre a sido mi primo mas especial ten valor y lucha por ser feliz dentro de tu pena nuestra virgen de la piedad velara por ti te quiero me tienes siempre mmar unmardepilates@hotmail.com