domingo, 26 de septiembre de 2010

¿De plata?


El fútbol español está de moda. Nuestra liga cuenta con el mejor equipo del mundo, el Barcelona, que sirve de base a la selección campeona que causó admiración en el pasado Mundial. Casi por inercia, el resto de clubes españoles de Primera se ha contagiado del gusto por el fútbol moderno y de toque que proponen aquellos. El resultado es una Primera división en la que ya no es tan habitual contagiar con los bostezos al de al lado o incluso echarse una cabezadita al solecito de la grada de preferencia.
Lo que no es de recibo es que la mejor liga del mundo cuente con una Segunda división sumida en la mediocridad desde hace años. La categoría de plata se ha convertido en un enorme cementerio de elefantes en el que campan a sus anchas estrellas de medio pelo venidas a menos y, sobre todo, entrenadores que por su propia incapacidad no llegaron a cuajar en la Liga de las Estrellas, pero que son fijos en una rueda que les permite calentar banquillo cada temporada.
Precisamente para salvar sus traseros y perpetuarse en el negocio han sumido a la segunda división de la mejor liga del planeta en una línea de resultadismo y fútbol casposo y anticuado que está a años luz de máxima categoría, como puede apreciarse cada temporada con los recién ascendidos.
Cuando los profesionales se refieren a una Segunda división "complicada" o "con mucho oficio", lo que en verdad quieren decir es una categoría viciada por la propia mentira de este multimillonario negocio.
Por eso, el aire fresco que aportan gente del perfil de Luis Enrique en el Barça B, Unzué en el Numancia o el propio Javi López en el Xerez, me parecen una buena noticia que debería cundir que no terminar de desengancharnos de la mejor liga del mundo.

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