Una patada en el culo

Pensaba haber escrito esta semana sobre las buenas sensaciones que me transmite el Xerez, del respeto con el que todo un Athletic de Bilbao afronta el soñado debut del Deportivo en Chapín, de la ilusión con la que la afición prepara el gran día de mañana. Así iba a hacerlo, y ya tenía listo incluso el guión del artículo. Pero acabo de llegar del estadio y tengo tal calentón que me van a permitir que cambie de planes.Iré al grano. He estado viendo en primera persona la zona habilitada para la prensa en la grada baja de la tribuna del estadio, y me parece sencillamente tercermundista.Quiero pensar que el club le ha dado todas las vueltas posibles a la nueva ubicación, que no había un sitio más digno donde acomodar a los encargados de vender a todo el planeta las excelencias de la ciudad y el club, que en absoluto ha primado la cuestión económica...Pero, aún así, el resultado final me parece lamentable. Tremendamente generoso me parece llamar pupitres o cabinas al simulacro de establo desde el que tendrán que trabajar decenas de profesionales este domingo.Escorados en la parte izquierda de la grada, sin apenas altura para adivinar la banda de Preferencia y sin visión del área de la portería del Gol Sur. Así tendrán que contarle a toda España el debut del Xerez como equipo local de Primera división los compañeros y enviados especiales de las principales emisoras de radio y televisión. Sí, aquellas que pagan un riñón y parte del otro a la LFP por los derechos de retransmisión, que aquí ni para trabajar entra nadie gratis al fútbol. Que quede claro.Lo siento, pero me acabo rindiendo ante la evidencia. El Xerez ha vendido su alma al diablo por un puñado de monedas. A los que tanta colaboración pidió durante años, los responsables del club les ha dado una patada en el culo, sin medir las consecuencias que ello pueda tener. Que el club está hoy en Primera, pero mañana nunca se sabe, y puede que vuelvan a necesitar del apoyo mediático, gracias al cuál posiblemente Chapín se haya quedado ya pequeño. Quién iba a decirlo.