lunes, 21 de septiembre de 2009

Nunca una "manita" en contra supo mejor


Pie de foto: El Bernabéu permaneció mudo durante hora y cuarto de juego sensacional del Xerez, que a pesar de acabar goleado, estuvo a punto de dar la campanada en Chamartín.
Eran cerca de las tres de la madrugada del domingo al lunes cuando por fin logramos dejar atrás los más de 600 kilómetros que separan Jerez de la capital de España por la ruta de la Plata. En condiciones normales, la vuelta a casa con un 5 a 0 a las espaldas hubiese sido insufrible e interminable.

Pero no fue así. Y no sólo por la conversión agradable y animada con mi mujer, con la que se me pasaron volando las más de cinco horas de camino.

Aunque parezca increible por el abultado marcador, estuve saboreando durante todo el trayecto de regreso a casa el regusto por la lección de fútbol y de toque del Xerez en todo un Santiago Bernabéu.

Esta mañana, nada más despertarme, me parecía todo un sueño. No habíamos ganado en el feudo de los galácticos, ni siquiera logramos puntuar -aunque en muchos momentos del choque los aficionados merengues vieron peligrar los tres puntos-. Es más, nos habían endosado una "manita" gracias a una pegada descomunal que, de momento, deja oculta muchas de las carencias del equipo de Manuel Pellegrini. Pero el ánimo y la ilusión por lo vivido permanecían intactos.

Podría afirmar que nunca una "manita" en contra supo mejor a una afición como la que ayer tomó literalmente el Bernabéu. Sí, porque aunque fuéramos 4.000 contra 85.000, el repaso también se lo dimos en la grada.

Aunque aún haya quien niegue la legitimidad a esta sufrida afición para disfrutar e ilusionarse, aunque sea de manera ingenua, con su equipo del alma, ayer quedó demostrado que hay licencia para emocionarse y sentir a flor de piel sensaciones hasta ahora desconocidas, independientemente del resultado.

Me recordaba ayer la faena de los azulinos a aquellas que ya se pierden en el tiempo del genio jerezano, Rafael de Paula, en la también madrileña plaza de las Ventas. Matar no mataría, ni dio portazo alguno, pero las faenas de capote y muleta del gitano de Santiago permanecen imborrables en la memoria de todos los aficionados al toro.

Tenemos lo que podemos tener. Arriba falta pólvora por un tubo, pero es el precio que tiene que pagar el pobre por el hecho de serlo. Sigamos disfrutando. Yo, de momento, me conformo con lecciones tan magistrales como la de ayer. Enhorabuena al Cuco y a los suyos.

1 comentario:

Miguel Ángel Borrego Soto dijo...

Sí, vale, muy bonito, pero hay que meter un gol ya, hombre, y si se puede ganar, pues mejor todavía. Yo no me conformo con haber jugado mejor que Mallorca, Athletic o Madrid. Estamos perdiendo en Primera, vale, eso es para ilusionarse y disfrutar, pero como no empezemos a demostrar ese mejor juego con goles, la alegría, la sonrisa y los aplausos se tornarán pitos y abucheos. Con todo, sé que esos goles y victorias van a llegar, tal vez el miércoles.