viernes, 10 de octubre de 2008

Me encanta la Segunda


En jornadas como las de hoy da gusto estar asentados en esta Segunda división tan temida por los que se codean en la elite del fútbol español. Recuerdo aquella campaña en la que el Atlético de Madrid animaba a sus socios a apoyar al equipo en una temporada en el "infierno".
Pues a mí estar ardiendo en este fuego eterno me está sabiendo a gloria. Con las fatiguitas que pasamos hace un año, esta Segunda ya no se nos queda tan pequeña como solíamos decir.
Además, en jornadas como las de hoy, rindiendo visita a toda una Real Sociedad en un Anoeta en el que aún permanecen imborrables las huellas de los tacos de los Xabi Alonso, Nihat y Kovacevic de turno, uno parece estar en una nube.
Cuando estén leyendo este artículo, este que escribe estará divisando desde la Concha la arena de la playa en la que se hicieron futbolistas los Arconada, Celayeta, Larrañaga, Zamora o López Ufarte. Paladearé cada segundo, cada instante previo al partido que mi equipo jugará ante un "grande" del fútbol español.
Como haré cuando visitemos La Romareda, o volvamos a Balaídos, al Heliodoro Rodríguez López, al Rico Pérez, a la Nueva Condomina...
No es por hacer leña del árbol caído, pero cuando veo al vecino rindiendo una semana y otra a estadios como el de Puertollano, Guadalajara, Roquetas o Antequera, con todos mis respetos, valoro más lo que salvamos la última jornada en Chapín ante el Elche.
Este año noto un punto de madurez más en una afición, cuya pitada hubiera sido en otros tiempos de aúpa con el equipo sumando uno de nueve. En cambio, no ha dicho "ni mú".
Y es que, cuanto más estudia uno la historia del Xerez, más valora lo que nuestros privilegiados ojos llevan disfrutando por octava temporada consecutiva: una categoría que es lo más cerca del cielo que hemos tenido, y que ojalá, de verdad, un día se nos quede tan pequeña como creíamos hasta ahora.

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