sábado, 31 de julio de 2010

No sin Millán


Después del mazazo que para el xerecismo ha supuesto la desconvocatoria del consejo de administración previsto para la mañana de ayer, ha venido otro revés peor si cabe, la negativa del profesor Antonio Millán a formar parte de un futuro órgano representativo del club.
Millán, que es un regalo del Cielo para los aficionados azulinos, un rayo de esperanza permanente en los momentos de zozobra y desesperación, la explicación clara y precisa cuando todo parece desmoronarse, no ha podido más.
El jueves, mientras la mayor parte de sus paisanos trataba de aliviar los rigores del fuerte calor en la playa o en la piscina, Antonio Millán se metía en su despacho para, por puro xerecismo y sin ánimo alguno de lucro -que ya podían aprender otros-, darse un buen tute de trabajo preparando toda la documentación para que el traspaso de poderes en el consejo del día siguiente no deparara sorpresas.
Horas después, exhausto por el esfuerzo pero con la satisfacción de la labor impecablemente cumplida, llegó el palo. No hacía falta esperar a la mañana siguiente para comprobar que los dos consejeros sevillanos, no se sabe porqué intereses bastardos, no cumplirían con su palabra, que como la de otros muchos se ha demostrado que es papel mojado. Desgraciadamente, los caballeros son ya una especie en peligro de extinción. La reunión del consejo quedaba suspendido, y la ilusión de seguir dando pasos hasta la normalidad institucional quedaba malograda.
Ayer, abatido y desengañado por ver que tantas semanas de trabajo se íban por la borda, Millán lo dejaba todo y se marchaba para disfrutar de unas más que merecidas vacaciones.
A partir de ahora se abre un escenario distinto, en el que las dudas, la desconfianza y la incertidumbre campan a sus anchas. Hasta ayer, la poca credibilidad del Xerez del futuro inmediato tenía nombre de profesor sabio. Ahora, sin él, ya no me creo nada.

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