Hábía vivido antes muchas situaciones dentro del mundo del fútbol, pero esto es distinto a todo. Evidentemente, no tenía ni idea de las sensaciones que podían tenerse horas antes de jugarte en las semifinales de un Mundial el paso de la selección de tu país a la gran final.
Esta mañana me he levantado eufórico, convencido de que ganábamos a los alemanes. Sin embargo, después de comer no lo veo tan claro, de tal forma que el nerviosismo comienza a hacer mella en mi estado de ánimo.
Leo a los alemanes clamando venganza por la derrota en final de la Eurocopa de hace dos años. Como si ellos no nos hubieran hecho nunca la puñeta.
Supongo que nadie habrá olvidado la humillación que supuso caer eliminados del Mundial del fuimos anfitriones. Ante un Santiago Bernabéu a reventar de aficioandos y los colores españoles, Rummenigge y compañía nos dejaron como el país organizador que peor papel realizó en su Mundial, hasta Sudáfrica este año.
Seis años después, en la Euro 88 disputada en Alemania, otra derrota ante los germanos (2-0) nos dejó sin semifinales en la penúltima gran cita de la España de la "Quinta del Buitre" dirigida por el inolvidable Miguel Muñoz.
Para que luego hablen de venganza...
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