sábado, 20 de noviembre de 2010

EL GUARDIÁN


El madridismo atraviesa una crisis de identidad debido a las habituales salidas de tono de Mourinho, con la aquiescencia de Florentino Pérez. El señorío que siempre ha caracterizado al mejor club de fútbol de la historia está en cuestión por la ansiedad en la que se encuentra sumido debido a la sequía de títulos en las últimas temporadas.
La necesidad imperiosa de seguir llenando las vitrinas de la sala de trofeos del Santiago Bernabéu llevó a su actual presidente a dar un giro de timón hace unos meses y encomendar el nuevo proyecto a un gran entrenador, a pesar de que sus maneras no casan con la filosofía de la casa. Poco han tardado los acontecimientos en dar la razón a los que auguraban que el comportamiento del técnico portugués iba a dañar gravemente la imagen del Real Madrid. Desgraciadamente, el episodio con Manolo Preciado puede ser sólo la punta del iceberg de lo que está por llegar. Ay, si don Santiago levantara la cabeza...
Pero claro, como hay que ganar títulos por lo civil o por lo criminal, y como Mou es garantía de ello, los Valdano y Butragueño no han tenido más remedio que mirar para otro lado, seguramente muy a su pesar.
Pero no todas son malas noticias para el madridismo dentro de la crisis de identidad que vive desde el desembarco del cuerpo técnico luso. En medio de la sinrazón general provocada por las salidas de tono de unos y los silencios de otros, una voz valiente, comprometida y responsable se ha erigido en garante del madridismo de siempre. Con Raúl desterrado en su prematuro retiro de la Bundesliga alemana, Iker Casillas ha honrado el brazalete que luce, para regocijo de los aficionados blancos. El mejor guardián posible del marco madridista y de la selección campeona del mundo y de Europa, lo es también como salvaguarda de los valores que siempre han impregnado al mejor club de todos los tiempos.

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